viernes, 30 de mayo de 2014

Si las lágrimas nos lo permiten te bajarás en mi parada y le romperemos la T y la R a la palabra triste hasta que ya no tenga nada que nombrar, nada que aludir.

Te bajarás en mi parada con el amor entre los dientes y dirás ayer hacía desesperanza, tú y yo juntos haremos que la temperatura suba 15 grados.

Te miraré como quien escucha  la estampida del destino y entonces la vida se colará por nuestro cuarto y conduciré durante toda la noche de fiesta en fiesta hasta que sol nos clave su amanecer en la ventana.

Entonces huirás sabiendo que me quieres, sabiendo que te quiero, huirás de nuevo hacia Noviembre a helarte sin mi abrazo, para echarme de menos. Ese es tu modo de intentar que nunca acabe: prohibírtelo a menudo.

Yo me quedaré esperando, tranquilo, sabiendo que volverás, intranquilo, preguntando cuándo.

Y tendré que empezar a pensar que la vida también son las semanas que no te encuentro, que no te encuentras, que en la vida caben cosas como calcular para que no se rompa, medir distancias, andar con tiento, temer lo bello.

Tendré que empezar a pensar que la vida también es eso aunque piense en la ultima noche que pasé contigo y no se parezca en nada.

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